Archive for the ‘director: Luis Buñuel’ Category

Susana

agosto 22, 2006

Susana (México, 1951, 87 minutos, B&N), escrita (con Jaime Salvador) y dirigida por Luis Buñuel. *** de cinco.

Reparto: Rosita Quintana, Fernando Soler, Víctor Manuel Mendoza, Matilde Palau.

Conocemos a la chica rebelde Susana mientras las guardias del reformatorio la echan a la celda de castigo (poblada por ratas, arañas y un murciélago risible). Dejada sola jala en los barrotes de la ventana mientras ruega a Dios de librarla. El marco con las barras se desprende en sus manos y Susana se escapa. Llega en la noche bajo un aguacero a la hacienda de una familia no nombrada. La familia la acoge. Ella les dice una sarta de embustes respecto a sus antecedentes la dejan quedarse en el hogar como fuera una hija de la familia. Sin embargo Susana no es una persona—es un virus dañino que se mete en la vida familiar, trastornando y enardeciendo a todos los varones.

Los personajes no son seres humanos en todos sus aspectos sino títeres bailoteando al servicio de los propósitos del director, el que, por medio del desenlace, hace hincapié en la ceguera deliberada al fondo de las relaciones familiares. O sea, es lo de siempre de Luis Buñuel (y lo que ha hecho mejor en otras ocasiones).

VHS con subtítulos fijos en inglés.

Una mujer sin amor

agosto 16, 2006

Una mujer sin amor (México, 1952, 86 minutos, B&N), dirigida por Luis Buñuel. ***1/2 de cinco.

Reparto: Rosario Granados, Julio Villareal, Tito Junco, Joaquín Cordero.

Rosario es una mujer joven casada con el dueño de una tienda de antigüedades. El esposo Carlos es bastante mayor y antipático. Nos enteramos de que Rosario se casó con él para sacarse de la pobreza. Tienen un hijo, Carlitos, que tiene como diez años. Carlos increpa a Carlitos causándolo escaparse de la casa. Se huye al campo donde se topa con en pelotón de trabajadores. Al jefe, un ingeniero, le cae bien el chamaco y el ingeniero—Julio—lo lleva a su casa. Julio y Rosario se enamoran al primer golpe de vista. Empiezan a reunirse a escondidas. Julio recibe el ofrecimiento de un puesto en Brasil y montan un plan de irse juntos con Carlitos; sin embargo le pega a Carlos un infarto grave y Rosario se siente obligada a quedarse a su lado. Julio se desespera y se a Brasil solo.

Saltamos un par de décadas al porvenir. Nos encontramos en la fiesta en la cual se celebra la graduación del segundo hijo de Rosario y Carlos, Miguel, de la facultad de medicina. Miguel y su hermano mayor Carlitos—ya Carlos—los dos son médicos y planean despachar juntos en una clínica privada con tal de que su padre Carlos—aún vivo—pueda reunir lo suficiente mediante la venta de unas tierras.

Todo lo anterior sirve de la base de lo que sigue; es el preludio, el cimiento.

La familia recibe una visita de un notario quien les informa de un testamento de un tal Julio Mistral que acaba de morir en Sao Paolo, Brasil, dejando toda su fortuna de un millón cien mil pesos al hijo menor Miguel, el que nació después de la partida—unos meses—del señor muerto. En esto se encuentra la materia de la sátira: o sea, la manera que reaccionan todos al joven súbitamente rico. La novia ambigua de Carlos—el hijo—se cambia de partes; Carlos—el padre—pasa completamente por alto la implicación de la herencia respecto a la fidelidad de su mujer, tanto le impresiona el dinero mismo. Sólo Carlos el hijo ata los cabos y se amarga.

Sin la colaboración del cinematógrafo maravilloso Gabriel Figueroa, el estilo visual es de poca monta. El argumento gasta mucho en preparar un lío que rinde un resultado relativamente mezquino. Se hace con inteligencia y agudeza pero no se desborda la inspiración. El amor que lleva Rosario por su amante muerto se realiza con sinceridad y simpatía, y al fin todos hacen las paces entre sí—sin desmentir la crítica del efecto del dinero sobre los escrúpulos.

VHS con subtítulos fijos en inglés.

Él

agosto 1, 2006

El (México, 1952, 90 minutos, B&N), escrita (con Luis Alcoriza) y dirigida por Luis Buñuel. ****1/2 de cinco.

Reparto: Arturo de Córdova, Delia Garcés, Luis Beristain.

Francisco es un hombre rico, educado, culto y—nos enteramos pronto—celoso y dado a recelos y cambios repentinos de humor. Lo encontramos asistiendo a la ceremonia del lavar los pies de la misa del jueves santo. Francisco vislumbra de reojo a una mujer atractiva y al salir del servicio se las ingeniera para topar con ella. Ella se le huye con prisa pero el primer golpe de vista es lo suficiente para que Francisco se enamore de ella.

La mujer es Gloria, una argentina que vive en México con su mamá. Está prometida a un ingeniero Raúl, el que por suerte es amigo de Francisco. Francisco la persigue bajo las narices de Raúl y se la arrebata con su amor apasionado. Consigue que Gloria deje plantado a Raúl y se case con él.

Divisamos la primera señal de la índole desconfiada de Francisco mediante una reunión que tiene con su abogado que se trata de un pleito que Francisco prosigue afanosamente para recobrar unos terrenos familiares en pleno Guanajuato a fuerza de unos documentos antiguos y dudosos. Francisco despide al abogado cuando ése le aconseja de la poca probabilidad que la demanda tendrá de éxito. Una vez casado Francisco demuestra la misma falta de confianza en la fidelidad de Gloria.

Nos encontramos a Gloria caminando por la calle del D. F. Topa con el ingeniero Raúl, quien ofrece llevarla a casa. Le consta a Raúl que Gloria está angustiada y le ruega que le cuente lo que le pase. Gloria le cuenta de su luna de miel en Guanajuato (el sitio de las tierras disputadas en pleito de Francisco) y de la vida cotidiana después de ella, que Francisco le tiene una pasión enfermiza y celosa que anda fuera de toda raya. La mantiene casi aislada por completo y a veces se porta como un lunático. Gloria anda asustada y acosada y le da miedo que Francisco sea capaz de cometerle un disparate más grave que los que ya le ha hecho.

Desde luego Francisco ve a Gloria bajando del auto de Raúl y los celos se le aumentan.

El estilo me sugiere el de Hitchcock pero sin la desenvoltura fría del director inglés. Los dos tienen su vena perversa sin embargo la perversidad de Hitchcock se oculta detrás del argumento repleto de asesinatos o espías. En una película de Hitchcock los personajes son títeres al servicio del director en su propósito de conducir al público por un trayecto divertido. Buñuel no se ocupa tan escrupulosamente con el argumento sino con el desarrollo de su vista irónica de la naturaleza humana—en este caso la naturaleza celosa de Francisco. El sentido de humor perverso de Buñuel se desborda de una manera que nunca se permitiría Hitchcock (por ejemplo la manera que Francisco se fija en los pies de los monaguillos en la ceremonia de jueves santo al comienzo de la película, y luego en los zapatos de Gloria).

Arturo de Córdova hace el papel de Francisco con un encanto tal como podamos creer que Gloria se enamore con él a pesar de—o, tal vez a causa de—su fanatismo. Delia Garcés exhibe la vulnerabilidad de Gloria por dejar que la pasión de Francisco le arrebate.

Esta película señala la primera de tres ocasiones que el actor Carlos Martínez Baena hizo el papel de un sacerdote en una película de Buñuel (las otras: Ensayo de un crimen y El río y la muerte). Señala la segunda (de muchas) ocasiones que Buñuel colaboró con el gran cinematógrafo del cine mexicano Gabriel Figueroa. Por eso se ve muy bien. Hay además la casa. Mucho del largo de la película tiene lugar en la casa del estilo Art Deco de Francisco. El estilo caprichoso contrasta fuertemente con el carácter pesado de su habitante.

La película presente no padece de la escasez de presupuesto que aflige muchas de las otras películas mexicanas de Buñuel. Es una de las obras destacadas de su período mexicano.

Con subtítulos en inglés y francés que se puede apagar.

Ensayo de un crimen

julio 23, 2006

Ensayo de un crimen (o La vida criminal de Archibaldo de la Cruz), (México, 1955, 91 minutos, B&N), escrita (con Eduardo Ugarte) y dirigida por Luis Buñuel. ***** de cinco.

Reparto: Ernesto Alonzo, Miroslava Stern, Rita Macedo, Ariadna Welter.

Archibaldo de la Cruz es un caballero soltero de buena familia, un hombre de gustos delicados, de vestido meticuloso. Pretende del arte de la cerámica y a este fin mantiene un taller con horno en su caserón.

De niño se creía capaz de matar a alguien por el mero deseo gracias a una caja de música que le regaló su mamá. La caja se le perdió en la revolución. Al encontrarla de nuevo en una tienda luego de muchos años se vuelve a iniciar la vida criminal.

La película tiene la forma de una confesión hecha a un juez el que indaga la muerte—supuestamente accidental—de una monja que trabajaba en un hospital en que se acogía el mero Archibaldo de la Cruz. Archibaldo le admite al juez su culpabilidad de ésta y una serie de otras muertes—asesinatos llegados a cabo más por medio de la intención y la potencia otorgada por la caja de música que por la mano directa.

La película es una comedia negrísima que se trata de un asesino que nunca precisamente mata a nadie aunque hay cadáveres de sobra—todos femeninos. Archibaldo lleva un aire degenerado, decadente, el de un hombre profundamente aburrido de la vida que juega con la muerte como fuera un juguete para estimularse. Todas las víctimas—supuestas o verdaderas—son mujeres y no se puede evitar fijarse en la misoginia de Archibaldo—ya sea comedia o no. En eso se halla la diversión, la de entregarse al juego perverso.

Me extraña que Buñuel hubiese hecho la película el mismísimo año que hizo El río y la muerte, la que no tiene nada de particular de recomendarse. Las dos demuestran los efectos del presupuesto modesto; lo que distingue la presente de la otra es el guión agudo (al lado de lo prosaico del guión de la otra). A pesar de las limitaciones del la película logra ser una obra maestra a causa del atrevimiento del tema y del compromiso del director de llegarlo a cabo sin vacilar.

Con subtítulos en inglés y francés que se puede apagar.

La ilusión viaja en tranvía

julio 23, 2006

La ilusión viaja en tranvía (México, 1953, 82 minutos, B&N), dirigida por Luis Buñuel. ***1/2 de cinco.

Reparto: Carlos Navarro, Lilia Prado, Fernando “Mantequilla” Soto, Agustín Isunza.

Caireles y Tarrajas son empleados de la compañía de tranvías del D. F. Acaban de componer el tranvía 133 cuando se enteran que lo van a retirar de servicio. Se afligen y se le quejan al gerente sin resultado. Al noche siguiente se aprovechan del descuido del velador para sacar el tranvía 133 de la estación para recorrer la ciudad en ella por la noche permitiendo que suban transeúntes sin pagar la cuota (para no agraviar el delito de haberse apoderado del tranvía con el de ganarse dinero por fraude). La sacaron con la intención de devolverla antes del amanecer sin embargo, bien borrachos, se duermen y no despiertan hasta después de la salida del sol. Por eso se encuentran en un lío delicado mientras andan vagando por la ciudad intentando esquivar que suban más pasajeros y buscando la oportunidad de devolver el tranvía a su lugar propio. La situación se pone más complicada cuando un empleado jubilado de la compañía sube al tranvía y reconoce a nuestros héroes y sabe que no tienen el oficio de motoristas de tranvía.

Hay pocos rasgos del las obsesiones características de Buñuel. Antes de llevarse el tranvía Caireles y Tarrajas se protagonizan un drama montado por el cura del barrio que se trata de la tentación de Adán y Eva. Caireles hace el papel de Dios y Tarrajas hace los de los dos: Satanás y Adán. El drama se monta al medio de una fiesta callejera. Durante el descansito entre los actos Caireles y Tarrajas se enteran que se acabó el ‘punch’ y deciden ir a la estación para llevarse unas cajas de cerveza, las que vieron antes de salir la tarde pasada (–y mientras están cargando las cajas les pega la inspiración de salir con el tranvía por un paseo final). La película no aspira a algo tan singular como la perversidad de la comedia negra de las películas más conocidas de Buñuel no obstante la película resultante está genial—y que no se menosprecien los encantos de La Prado (me refiero a los muslos y las caderas), tampoco el encanto de las vistas de las calles y rinconcitos del D. F. de la época.

Con subtítulos en inglés y español que se puede apagar.

Subida al cielo

julio 17, 2006

Subida al cielo (México, 1951, 74 minutos, B&N), dirigida por Luis Buñuel. **** de cinco.

Reparto: Lilia Prado, Carmelita González, Esteban Márquez, Luis Aceves Castañeda.

La aldea de San Jeronimito no tiene ninguna iglesia (una película de Luis Buñuel sin ni un solo sacerdote–¡imagínatelo!). Se nos relata la costumbre de los novios de irse mediante una barquita a una isla a una milla de la costa y después de pasar la noche ahí juntos se consideran casados por todos. La gente del pueblo les despide a Oliverio y Albina los que se alejan de la orilla en camino a la isla pero su trayectoria a la isla se irrumpe por la lancha de un hermano de Oliverio: su madre está al punto de morirse y le urge verlo. Hablando solo con Oliverio su madre le dice que quiere que su nieto Chunguito hereda lo que tiene pero los dos hermanos de Oliverio están tramando de llevarse la casa (Chunguito es el hijo de la hermana de Oliverio y murió en el parto del niño). Oliverio se resuelve a ir al pueblo Petatlán para traer a San Jeronimito al abogado familiar para gestionar el asunto del testamento. Dejará atrás a Albina para cuidar de su madre y el niño.

Sin avisarles a sus hermanos Oliverio sube al bus rumbo a Petatlán y la mayoría del largo de la película se ocupa del viaje por las montañas. Conocemos a los pasajeros: el conductor jovial, una chica bonita y tentadora de la aldea, Raquel, que le echa miraditas a Oliverio, un candidato de diputado, una madre de familia, una mujer embarazada (la que quiere acudir a Petatlán a parir para evitar el destino de la madre de Chunguito), un español vendedor de gallos, etc.

A pesar de la prisa que apresura a Oliverio el viaje anda atrasado a causa de topar con un obstáculo tras otro mientras se complican las relaciones entre los pasajeros, particularmente las de Oliverio y Raquel (recuérdate que la pareja de Oliverio y Albina nunca pasaron la noche debida en la isla, ¿están casados o no?).

El surrealismo por lo cual se conoce Luis Buñuel se luce en un sueño de Oliverio. Raquel, sentada al otro lado del pasillo central del bus de Oliverio, le ofrece la cáscara pelada de una manzana. Oliverio la rehúsa pero acepta un mordisco de la manzana misma. Se duerme y sueña con Raquel, Albina y su madre. Las dos chicas se entreveran y hay cáscaras de manzana por todas partes.

Encima del surrealismo se destacan la ironía y el cinismo. Hay demuestras en todos lados. El candidato de diputado se encuentra con su contrincante en plena calle de Petatlán y son tan igualitos que puedan ser gemelos idénticos. Al fin y al cabo hasta el sincero e ingenuo Oliverio se demuestra falso y tan mañoso como sus hermanos.

Alfred Hitchcock tenía la fama de planear meticulosamente cada escena de antemano. Luis Buñuel tenía la reputación contraria, la de entregarse a la espontaneidad (lo que frustraba al cinematógrafo de muchos de sus largometrajes, Gabriel Figueroa). El hábito de proseguir sin el plan fijo le servía bien en este caso. Se nota en la materia extra del DVD que la producción sufrió de una falta grave de presupuesto y de una huelga sindical, los que le causaron a LB eliminar unas escenas que tenía previstas. No obstante el resultado el simpático. La escasez de presupuesto se manifiesta en el modelito irrisorio del bus—no más que un juguete—que vemos subiendo un desfiladero montañoso postizo bajo un aguacero falso.

Los personajes de Buñuel—iguales a los de Hitchcock—son títeres al servicio de los propósitos del director. Raquel por ejemplo no es una persona en todos sus aspectos sino un demonio femenino mandado a corromper a Oliverio. Después de haber conseguido su fin, lo despide con frialdad, «Ya tuve lo que quería.» ¿Te lo dije que es una comedia? Sí, lo es pero lo cómico disfraza un cinismo profundo acerca de la naturaleza humana. O sea, precisamente lo que esperamos de Buñuel, ¿no?

Con subtítulos en inglés y español que se puede apagar.

El río y la muerte

julio 14, 2006

El río y la muerte (México, 1954, 99 minutos, B&N), escrita (con Luís Alcoriza) y dirigida por Luís Buñuel. *** de cinco.

Reparto: Columba Domínguez, Joaquín Cordero, Víctor Alcocer, Humberto Almazán, Silvia Derbez, Jaime Fernández.

El guión se base sobre una novela de Miguel Álvarez Acosta, Muro blanco sobre roca negra. Hace unos años que la encontré en una venta de libros usados en Saint Louis, Missouri (EE.UU.—el hallazgo de un libro en español cualquiera en tal lugar en St. Louis es un acontecimiento insólito). La empecé a leer pero después de poco me aburrí. La abandoné y la descarté. Sobre tal materia está fundada nuestra película.

Gerardo Anguiano es médico sin embargo lo encontramos encerrado en un pulmón de acero a causa de haber contratado el poliomielitis a consecuencia de su búsqueda de un tratamiento nuevo. A pesar de su condición actual se le pronostica que se sane pronto.

Lo visita un hombre tosco del pueblo de su nacimiento por hablarle en términos vagos de una enemistad hereditario. Hasta cachetea al enfermo en la cara.

Mientras se sana ya fuera del aparato que lo encerraba le cuenta a su enfermera Elsa—también su novia—del asunto. El pueblo de antaño se ubicaba el lado de un río oscuro y profundo. Se anegó el pueblo bajo una inundación y volvieron a construirlo a la orilla opuesta del río todo menos el cementerio, lo que quedaba en su sitio antiguo para no trastornar la paz de los muertos. Hace mucho que un poblano mató a otro a puñaladas a causa de una injuria trivial. Se inició un ciclo de venganzas que con tiempo llegó a andar fuera de toda raya. Todos los hombres del pueblo andaban armados hasta el mero cura, dispuestos a disparar a la menor provocación. Según la tradición del pueblo si el asesino se refugiara entre las montañas al otro lado del río no perseguirían y podría volver después de una temporada. Se decían que cruzaron el río los dos: el asesino al monte y el fallecido al cementerio.

Se oponen el ambiente moderno de las cercanías del hospital con el rústico del pueblo mientras Gerardo le detalla a Elsa de la enemistad entre su familia los Anguianos y otra, los Menchuca, la que dejó muerto a su padre.

La madre de Gerardo sigue viviendo en el pueblo y se negó visitarlo en su enfermedad. Lo había enviado fuera del pueblo para librarlo del destino de su padre pero ya por medio de una serie de cartas le pide volver a desquitar la ofensa contra el mismísimo padre y el abuso que aguanta ella todos los días por tener un hijo cobarde.

Gerardo vuelve al pueblo con el fin de resolver el asunto sin acatar el código de la venganza.

No está mal pero no se levanta de la segunda categoría de la obra de Buñuel. De verdad hay pocos rasgos que lo distingue de tantos otros melodramas de la época (el cura que lleva la pistola bajo la sotana, y el protagonista en el pulmón de acero–¡caramba!). Desde luego la mera presencia de Columba Domínguez hace que se aumenta el interés a mi entender.

Sin subtítulos.